En este libro se presenta una nueva hipótesis de investigación que defiende que las lenguas romances comparten una tipología lingüística que nos remite a una lengua madre común de carácter aglutinante mucho más antigua que el latín. Recientes investigaciones demuestran que el cambio lingüístico a nivel de estructuras morfosintácticas es un proceso muy lento. La lingüística cognitiva supone una base simbólica a los constructos gramaticales, expresados a través de formantes composicionales que han sobrevivido en el léxico de los romances actuales. Las pruebas son cada vez más concluyentes: este proceso no pasa por el latín.En esta edición se ha incorporado la lengua rumana. Los agentes de romanización que encontramos en el resto de países donde se hablan lenguas romances, no se produjeron en Rumanía, por lo que la hipótesis de que las lenguas romances no vienen del latín adquiere mayor solidez y consistencia. Prólogo de Cristina Brescan.
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