Para un cristiano, contemplar al Señor no es un lujo o un pasatiempo piadoso, sino una necesidad. Estas páginas nos invitan a contemplar juntos un verdadero tesoro escondido en la Iglesia, el Cristo de San Damián, el mismo que fue testigo de la conversión de san Francisco de Asís. El Crucifijo que se halla en la capilla de Santa Clara, es un icono que expone íntegro el misterio de Jesús, a la vez crucificado, muerto, resucitado, glorioso y dador del Espíritu Santo.
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