Pensar en el cine, en las películas vistas, ya es una manera de ver el mundo. En el siglo XX la mentira es difícil, porque es un período documentado por el texto, la grabación y la imagen. Y en este juego de documentos de la centuria que ha pasado, el cine tiene un lugar preponderante en la creación de opinión. En el caso del cine político, de denuncia, lo que pertenecía a minorías (lectores de texto, reuniones académicas, investigadores) ha pasado de improviso a las mayorías. Las pantallas han mostrado lo que se había querido esconder, aquello que presuntamente no pasó, las inmoralidades de la hipocresía y los intentos de desviar el curso de la historia. Este libro habla del cine político, de su influencia en la confrontación y el debate, de cómo nos hacemos libres viendo filmes que comprometen la identidad humana. Lo más importante: enseñar a ver el cine que no es el de aventuras y romances, sino el del hombre puesto en posición de ser él o dejar de serlo. Hace y
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