Nación Prozac es un libro autobiográfico escrito por Elizabeth Wurtzel, una periodista con pasado de niña cuasi prodigio (que escribía sus propios libros de cuentos con apenas cinco años y que era ideal en todo, incluso para hacer de modelo) pero traumatizada por el tormentoso divorcio de sus padres, que a partir de los doce años comenzó a mostrar síntomas de desequilibrio emocional.
La pequeña Elizabeth no soportaba estar con otros niños y plegarse a las normas de comportamiento social, se alimentaba a base de queso y piña (se veía gorda), y se autolesionaba rasgándose las piernas con cuchillas de afeitar. Y pese a que su sacrificada madre hacía cuanto estaba en su mano llevándola a los mejores psicólogos (su padre, ausente y egoísta, pasaba olímpicamente de su trastornada pequeña), aquello sólo fue el principio de una interminable pesadilla...
En la universidad, pese a que pronto destacó por sus dotes de escritora y por ser una estudiante curiosa y aplicada, se rodeó de algunas personas poco recomendables con las que entró en una vorágine de drogas y sexo de la que conseguía zafarse de vez en cuando gracias a un puñado de buenos amigos que sí se preocupaban por ella, tanto como su sufrida madre. Con su ayuda, la joven continuó tratando de curarse a base de mil y un fármacos y terapias diferentes hasta que le propusieron probar algo nuevo, el Prozac, esa píldora maravillosa que se ha convertido en la vitamina emocional preferida de millones de víctimas de la enfermedad por excelencia del mundo civilizado: la depresión.
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