Estamos en un punto de inflexión. Cambios sociales y tecnológicos están haciéndonos cuestionarprácticamente todo. La empresa no es la excepción y también está en el banquillocuando una sociedad insatisfecha cuestiona su función. Así, buscando competir en un mercadodinámico y dar respuesta a las demandas sociales, la empresa de a poco se va transformandoen el nuevo vehículo político. La clásica concepción de la empresa como «privada» yano va más. Presiones internas y externas la llevan crecientemente a ser una organización máspública. Los clientes cada día «votan» con su consumo el mundo que quieren, los empleadosbuscan propósito en su trabajo y los inversionistas esperan impacto además de retorno.
Este cambio de fondo va acompañado de una serie de mutaciones en la forma. Esto noimplica solo un cambio en sus objetivos, sino también en su organización y en los métodospara alcanzarlos. Tendencias externas, tanto como las presiones internas que hoy viven lasempresas, son elementos claves que comienzan a delinear un nuevo modelo que esté a laaltura del mercado. Empieza a ser necesario adoptar nuevas estrategias, culturas laboralesy metodologías de trabajo, así como sofisticar propuestas de valor para las nuevas generacionesde consumidores, inversionistas y empleados. Este paradigma empresarial no es unamoda para adoptar, sino un asunto de supervivencia. Cuando los negocios dejan de ser unacuestión privada y pasan a ser de carácter público, nos vemos forzados a evolucionar.
«Darwin nos enseñó que solo aquellas especies que se adaptan al cambio pueden sobrevivir...lo mismo aplica para las empresas». (Mauricio Russo cofundador y CEO de Casa&Ideas)
«El enfoque de Tomás Sánchez es clara y sólidamente un enfoque siglo XXI. Nos dice: solo si colaboramosen forma eficiente y nos apropiamos de nuestro quehacer en forma positiva, saldremosadelante como sociedad y como especie». (Sebastián Edwards, Doctor en Economía, Profesor UCLA)
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