Frente al discurso del terror sexual, el placer.
Los últimos años han sido los de la ruptura del silencio: en todo el mundo miles de mujeres han compartido sus experiencias de violencia y acoso sexual. Pero ese discurso, necesario, debe ir acompañado de otro: el del placer de las mujeres. Frente al terror sexual, el feminismo pone sobre la mesa el deseo, la autonomía sexual, el derecho de las mujeres a ser sujetos del sexo y del placer y no solo objetos. El camino no es fácil: la sexualidad ha sido una de las armas del patriarcado para disciplinar a las mujeres. Por eso, ahora más que nunca, necesitamos afianzar un relato feminista que nos permita combatir los estereotipos que aún nos lastran, reconstruir el deseo y la forma en que nos relacionamos, y conquistar el derecho al placer. Quizá por eso un juguete sexual como el Satisfyer está causando furor y sirviendo para que las mujeres rompan el tabú sobre su masturbación. Pero hay que hablar también de la otra parte: en muchas ocasiones cuando las mujeres ejercen su derecho al deseo encuentran la hostilidad masculina. El ghosting, el desprecio, la espera injustificada, la venganza, la insatisfacción o el sexo sin ápice de cuidados son algunas de las reacciones que encontramos. ¿Qué ha cambiado entonces?, ¿y qué podemos hacer?
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