Vivimos una crisis de valores, a la que denominamos crisis económica, para no reconocer que somos cómplices de una sociedad enfermiza y egoísta. Lo vemos en los gobiernos, en las grandes multinacionales, en los bancos y en las empresas. Los siete pecados capitales forman parte de nuestra vida laboral y cotidiana de una forma que nos sorprenderá.
Esta historia es políticamente incorrecta, casi irreverente, porque no es fácil hablar de pecados capitales sin herir a quien, al final, se reconoce en esas conductas. Pero no podemos ignorar que, en su vertiente más amarga, dichas conductas acompañan a los perfiles de muchos presuntos triunfadores y muestran el juego sucio que han ejercido mientras se abrían camino a cualquier precio.
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