Esta madre insaciable, insatisfecha, a cuyo alrededor se construye toda la ascensión del niño por el camino del narcisismo, es alguien real, ella está ahí, y como todos los seres insaciables, busca qué devorar, querens quem devoret. Lo mismo que el propio niño había encontrado en otro momento para aplastar su insatisfacción simbólica, vuelve a encontrárselo tal vez frente a él como unas fauces abiertas. […] He aquí el gran peligro que nos revelan sus fantasmas, ser devorado. […] proporciona la forma esencial bajo la cual se presenta la fobia. Lo mismo encontramos en los temores de Juanito. […] Con ayuda de lo que acabo de aportarles hoy, verán mejor las relaciones entre la fobia y la perversión. […] Yo diría incluso que interpretarán el caso mejor de lo que Freud pudo hacerlo. (Del capítulo XI) Pero la castración, no en vano se ha visto, y de forma tenebrosa, que tiene tanta relación con la madre como ton el padre. La castración materna -lo vemos en la descripción de la situación primitiva- implica para el niño la posibilidad de la devoración y del mordisco. Hay anterioridad de la castración materna, y la castración paterna es un sustituto suyo. (Del capítulo XXI)
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