Elizabeth de Bredon era una mujer independiente que estaba decidida a ser monja, pero en el trayecto hacia el convento de Santa Ana su convicción empezó a flaquear. No se sentía tentada por los frailes que la escoltaban, sino por el hombre que los acompañaba y que tenía que hacer penitencia por sus muchos pecados. Ella había oído hablar de la forma en que el príncipe William trataba a las mujeres, y aunque sabía que el hijo del rey era muy dado a las mentiras, a la crueldad y al asesinato, le costaba resistirse a su encanto.
Pero cuando el viaje tomó un cariz traicionero y las mentiras empezaron a quedar al descubierto, los brazos del peligroso príncipe se convirtieron en el único lugar seguro. Mientras la traición les pisaba los talones, tenían que enfrentarse a una venganza despiadada... y a sus propios deseos pecaminosos.
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