Comisariar a escala urbana implica entablar una relación activa y simultánea con el diseño, así como con la gestión de varias ecologías medioambientales, sociales y políticas. En la selección de los proyectos para el frente marítimo de Singapur de Herbert Dreiseitl se combinan estrategias de gestión del agua con sus usos recreativos y programas ecológicos. Dreiseitl ha desarrollado un plan innovador para comisariar los recursos acuíferos de la ciudad, haciendo que las aguas residuales sean un activo. De un modo parecido, en Bombay, Anuradha Mathur y Dilip da Cunha se preguntan si los monzones anuales no son acaso un activo, más que un inconveniente, que podría producir una forma urbana radicalmente distinta. El trabajo de Mitchell Joachim y sus colaboradores sugiere formas de aunar diseño y gestión: ?Nos sumamos a quienes dan a la ciudad un sentido nuevo que favorece el juego de la naturaleza sobre el capricho antropocéntrico [...]. Estas iteraciones del diseño tienen éxito cuanto activan la ecología como símbolo productivo y como artefacto evolucionado?. Comisariar tiene que ver con incubar. En palabras de Raoul Bunschoten, como se verá más adelante, debemos ser comisarios y artistas, y tratar el planeamiento urbano como una obra de arte que?crea nuevas realidades y conforma visiones de futuro con las que la gente pueda implicarse en cuerpo y alma?. El comisariado es un recurso creativo no solo para actuar y gestionar, sino también para el diseño.
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