Las ciudades consumen recursos, pero ¿podrán en algún momento producir más de lo que consumen y generar una abundancia de energía, alimentos, dinero y riqueza? Demasiado a menudo se cita que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, pero cabe añadir que estas consumen más de tres cuartas partes de la energía mundial. Si las ciudades aspiran a ser más productivas, es imprescindible superar la idea de que la energía no se produce en ellas y de que sus industrias auxiliares se encuentran también lejos. Los jardines verticales de Patrick Blanc son una provocación que invita a cuestionarnos si la producción vertical de alimentos puede integrarse en la ciudad. El trabajo de Sheila Kennedy, de KVA MATx, insinúa un futuro en el que los edificios pueden producir electricidad y, en consecuencia, necesitar menos infraestructura. La ZEDFactory de Bill Dunster es un ejemplo de cómo los principios de comisariado y productividad pueden integrarse en el desarrollo a una escala más urbana, mientras que Kongjian Yu muestra cómo la producción de alimentos en sí no es incompatible con el ocio. Ecociudad Logroño y la ecotorre La Tour Vivante son ejemplos de paisajes híbridos. Las ideas de productividad dentro de la ciudad se expresan en su forma más extrema y productiva en la múltiple estratificación de paisajes y edificios.
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