Varsovia, 5 de agosto de 1942. Las calles de la ciudad polaca, a la sazón capital universal de la infamia, fueron ese día escenario de una extraña comitiva: más de doscientos niños huérfanos, acompañados por los responsables del orfanato, recorrían las calles convencidos de iniciar sus vacaciones estivales. Al frente de la fatídica expedición, el doctor Janusz Korczak, llevaba en sus brazos a uno de los pequeños y mantenía la ficción vacacional, haciendo que los huérfanos entonasen canciones mientras se encaminaban a una muerte ignominiosa.No le faltaron a Korczak —médico y pedagogo— oportunidades de salvar su vida, evitando la deportación. Las desechó una tras otra. Incluso, cuando un comandante nazi le recuerda que no había motivo para que compartiese el destino de los niños, la réplica es contundente: "¡Fuera de aquí, hijo de perra!¿Acaso no ve con qué alegría los niños judíos van al encuentro de la muerte?"La única respuesta posible para esa conducta de Korczak en una situación tan extrema es su conciencia moral. La de Korczak fue, una vida moral. Cuando la barbarie desatada arreciaba, se dedicó al auxilio de los más inermes y desamparados: los huérfanos judíos del gueto. Renunció al porvenir profesional para socorrer a la infancia indefensa; renunció a la posibilidad de salvación personal para compartir el destino de los más desheredados entre los desheredados. Su recuerdo, entre el duelo y la esperanza, es un deber imprescindible. (Alberto Sucasas)Este libro es una síntesis, muy pedagógica, de los trabajos y de los días de Korczak, escrita por quien, deslumbrado moralmente por su biografía, leyó con avidez cuantas páginas valiosas se publicaron sobre él, seleccionó las más sugestivas y construyó para los lectores un relato que nos da noticia inteligente, precisa y fervorosa de tan excelsa personalidad. Libros como este, cuando finalizamos su lectura, nos producen solo gratitud, inmensa gratitud. (Xesús Alonso Montero)
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