Ya desde una fecha tan temprana como 1961, los situacionistas disciernen los primeros signos del vasto movimiento de contestación total que algunos años después iba a sobrecoger a las sociedades industriales más desarrolladas. Tras décadas de humanismo e ilustración pseudo-revolucionarios, los situacionistas serían los primeros en situar la causa de la revolución social única y exclusivamente en la experiencia vivida, en la dimensión concreta de la vida. Si la revolución tiene alguna posibilidad, ésta pasa por su relación con la vida cotidiana. La política debe dejar paso a una revolución permanente generalizada en todos los aspectos de la existencia: las viejas nociones de pobreza y riqueza, fundamentadas exclusivamente en el proceso económico, deberán sustituirse por un concepto nuevo que haga referencia a la plenitud y a la satisfacción del deseo. Las energías de la nueva revolución provienen del rechazo del aburrimiento y de la insignificancia en que la inmensa mayoría de la gente se ve obligada a vivir. La historia crítica de Mario Perniola, redactada en 1972, restaura la dimensión procesual y colectiva de la aventura situacionista, atendiendo sobre todo a los 12 números de la revista como su obra concreta principal y sin eludir los claroscuros y los problemas de la experiencia (sectarismo, organización, relación teoría-práctica, hiperfuturismo situacionista, etc.). Durante el largo mayo italiano (67-77), Perniola participa en varias aventuras del pensamiento crítico: las revistas Agaragar, Errata o LErba Voglio. Hoy es profesor de Estética en la Universidad Tor Vergata de Roma. Se han traducido varios de sus libros al castellano, entre los últimos La estética del siglo XX (A. Machado Libros, 2001), El arte y su sombra (Cátedra, 2002) y Contra la comunicación (Amorrortu, Buenos Aires, 2006).
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