Etty Hillesum (Holanda, 1914) murió en las cámaras de gas de Auschwitz en 1943, a los 29 años. Judía y licenciada en Derecho, llevó una vida sentimental un tanto desenvuelta, e incluso recurrió al aborto, hasta que uno de sus amantes y el propio Holocausto sentaron las bases de una conversión radical a Dios. Comienza entonces a buscar a Dios a la luz de la fe católica, como queda documentado en sus Diarios y Cartas. A esta conversión y a su finura interior extraordinaria se refirió Benedicto XVI casi en sus últimas palabras como Papa, poniendo su experiencia espiritual como ejemplo para la Iglesia católica y para toda la humanidad.
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